Capítulo 8: Moralidad Ascendente
Según Frans de Wall, todo comenzó siendo simple y aquella
convicción de que la moralidad escapa de este origen humilde ha sido implantada
en nosotros por la religión y abrazada por la filosofía.
Para Frans de Wall, no solo los humanos estamos dotados de ideales sino que los animales también; entonces, ¿por qué una araña repara su tela?. Frans de Wall diría que lo hace
porque tiene en su mente una estructura ideal y tan pronto como su tela se
desvía de ese ideal se pone a trabajar para restaurar su forma original. Éste argumento apoya la idea de que el
mundo animal está lleno de reparación y corrección y esta ultima es normativa por definición porque reflejan el sentimiento de los animales sobre cómo
debería ser las cosas. De ahi que Frans de Wall diga que la moralidad también es normativa. Los mamíferos
sociales procuran mantener relaciones armoniosas- dice él - esto ha sido demostrado en un
experimento de campo, donde dos papiones machos adultos rehusaron tocar un
cacahuate arrojado entre ambos, aunque los dos lo vieron caer a sus pies.
En la moralidad ascendente - continua Frans de Wall- el
código moral no viene impuesto desde arriba (religión) ni se deriva de
principios bien razonados (filosofía), sino que surge de valores implantados
que han estado ahí desde nuestros ancestros y el más fundamental tiene que
ver con el valor de supervivencia de la vida en grupos.
Somos mamíferos, un grupo de animales marcado por la
sensibilidad a las emociones ajenas, o al menos eso es lo que demostro Bekoff, quien analizo un video y concluyó que el
juego de los caninos está sujeto a reglas, genera confianza, requiere
consideración del otro y enseña a los jóvenes como deben comportarse.
Nuestro sentido de la justicia - dice Frans de Wall- no es un producto de nuestra
presumida racionalidad, sino que tiene sus raíces en las emociones
básicas. Por ejemplo en los animales cuando rechazan un alimento más que aceptable, porque
otros reciben algo mejor, se parece a la actuación humana en el juego del ultimátum. Por otro lado, los antropoides son capaces de resolver
conflictos por comida que no es suya. Este es el ejemplo de una hembra
adolescente que una vez interrumpió una pelea entre dos juveniles por una rama
con hojas comestibles. Les quito la rama, la partió en dos y le dio una parte a
cada uno.
Frans de Wall también habla de la justicia de segundo orden a partir de estudios llevados a cabo con chimpancés, quienes eran más proclives a rechazar una preciada uva cuando el otro chimpancé obtenía una zanahoria, menos valorada. Por lo tanto, la justicia y la equidad deben contemplarse como capacidades antiguas-argumenta él.
Asimismo, afirma De Wall, que tenemos las emociones de un
animal social y nos movemos por emociones y valores innatos que guían mas que
dictan nuestro comportamiento. Los mamíferos son afectados por el sufrimiento
ajeno que conduce a niveles de altruismo. Por eso si el bonobo hablara discrepara de
cualquiera que oponga la evolución a la moralidad, tal como lo hizo el neurocirujano
Benjamín Carson quien afirma que si uno acepta la teoría evolutiva, tiene que
desechar la ética. Carson da por sentado que la moralidad va contra la
naturaleza y que nuestros deseos son todos malos, mientras que el objeto de
el análisis de Frans de Wall es argumentar lo contrario.
Por último, De Wall afirma en este capítulo, que cualquiera
que sea el papel de la religión en la moralidad, es algo que ha venido después.
La moralidad surgió antes y la religión moderna se la apropió. La moralidad
tiene un origen más humilde y reconocible en el comportamiento de otros animales.
¿Y tú que piensas?
¿Y tú que piensas?
De Waal, F. (2014). El bonobo y los diez
mandamientos. En busca de la Ética entre los primates. Barcelona. TusQuets.
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