lunes, 25 de septiembre de 2017

EL CEREBRO MORAL. Lo que la neurociencia nos cuenta sobre la moralidad (Patricia S. Churchland)


Capítulo 8: Religión y Moralidad

       Patricia Churchland empieza su argumento aludiendo a que la mayoría de personas relatan actos moralmente valerosos de acuerdo a sus propias experiencias de vida. Asimismo -dice ella- las personas creen  que la  moralidad se origina en la conciencia humana y que contiene la ley  natural que Dios quiere que sigamos. Este tipo de personas  tienden a creer en dos posturas:  1) a menudo albergamos sentimientos intensos de lo que es correcto e incorrecto, y 2) que existe una especie de entidad metafísica (conciencia) a la que podemos recurrir para hallar soluciones moralmente correctas.

Para Patricia C. una perspectiva relacionada con lo anterior es que la religión es la fuente de los principios morales de nuestras vidas y que  la bondad y la maldad son lo que son porque existe un ser divino. Según las creencias religiosas, la moralidad la impone un Dios a los humanos malvados e indolentes por su propio bien, con la amenaza de recibir un castigo si no cumplen las normas. Así pues, en algunas doctrinas de principios morales, definen una forma de vida necesaria para acceder a otra vida, pero son indiferentes al sufrimiento del aquí y del ahora.


Por otro lado-continua Patricia C.- las religiones en las que una metafísica de los seres divinos ocupa un lugar poco destacado, suelen tener una visión más mundana de los orígenes de la moralidad y su propósito. En este tipo de religiones con una metafísica ligera, la sabiduría moral es humana. Sin embargo, en las tradiciones con una metafísica intensa, la conexión entre Dios y la moralidad es considerada como axiomática.


Esto lleva a Patricia C. a afirmar que cualquier cosa que haga que algo sea correcto o incorrecto, se sienta en la naturaleza de los seres humanos y la sociedad establecida, no en la naturaleza de los dioses que inventamos. Porque ¿cómo podemos determinar quién tiene un contacto fidedigno con Dios para que nos informe al resto de mortales acerca del modo en que Dios quiere que nos comportemos?.

Incluso en las religiones que se muestran de acuerdo con los mandamientos de Dios sus seguidores rara vez cumplen esos mandamientos al pie de la letra. Por ejemplo para los judíos matar es malo, sin embargo,  en la práctica, muy razonablemente consideran que matar en tiempo de guerra es un acto aceptable, porque es una mediada de autodefensa.

A pesar de ello, no todas las religiones entienden la moralidad como un factor que dependa de Dios, por ejemplo el Budismo, el confusionismo, el taoísmo y otras religiones asiáticas carecen de la teología de una persona divina y su sabiduría moral es de este mundo, no sobrenatural. Su sabiduría de estas religiones está abierta a discusión o no es axiomática.

A partir del análisis anterior que realiza Patricia Churchland, logra concluir que sí existe una conexión entre religión y moralidad, pero este vínculo es principalmente sociológico, no metafísico. Para ella "la moralidad existe y está sentada en nuestra biología, en nuestra capacidad para sentir compasión y en nuestra capacidad para aprender a  imaginar". Es este razonamiento, la piedra angular que caracteriza el pensamiento de Patricia Churchland.



Churchland, P. (2012). El cerebro moral: Lo que la neurociencia nos cuenta sobre la moralidad. Ed. Paidós. Cap. 8: Religión y Moralidad, pp. 209 – 223.  

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